Unicornios

Nos toca crecer. Aún recuerdo nítidamente el día que fui por primera vez al colegio. Me creía tan mayor…Tenía la capacidad de ser independiente, le pedí a mi padre que se fuese, yo ya era “grande”. Y ahora, supuestamente debería de ser independiente, como siempre he sido, pero…Comienzan las dudas. ¿Qué quiero ser en la vida? ¿Astronauta, psicóloga, cantante, escritora, alguien? No encuentro un indicio de decisión. Entre más tiempo pasa, más indecisa me siento. Y claro, no se trata de que hoy sienta unas cosas y mañana otras. No puedo ser tan insegura. Quizá es que la llave de mi corazón no la posea nadie, o quizá ni siquiera tengo corazón. No entiendo a las personas que pasan el resto de su vida junto a otra…Me da miedo tener que estar comprometiéndome con algo que pasará a ser mentira. Porque sí, nada es eterno. 
Me gustaría volver a ser aquella niña insensata e inocente que creía en los unicornios. Esa niña que se divertía con cualquier cosa, que siempre destacó, que nunca se sintió superior a nadie, que tenía miles de amigos, aunque muchos la envidiasen. Sabía que era buena, que era buena en todo lo que hacía, pero jamás se lo creyó. Y fue creciendo, esa niña se convirtió poco a poco en mujer. Se supone que quería ser mayor, pero ahora tengo el síndrome de Peter Pan, miedo a afrontar la vida tal y como viene. Porque sí, el amor me ha hecho daño, he perdido amigos y he cometido errores. Pero no sé lo que significa salir de este pequeño escondrijo y saber defenderme por mi misma, buscarme mi dinero y mi futuro, y eso, debo hacerlo dentro de nada. 
Por ahí dicen que soy una soñadora. Quizá de nada me valga ya soñar. Unos creen en hadas, otros en dioses, otros en almas y espirítus…Pero yo…yo, ¿En qué creo? Debería empezar por creer en mi misma, difícil. Más difícil aún, creer en el cometido que tengo que realizar aquí. Empiezo a perder las esperanzas, los sueños, sueños son. Aunque siempre guardaré en mi corazón aquella lejana ilusión de conocer a los unicornios de mis sueños.