miércoles, 7 de diciembre de 2011

Epílogo

Eran las 15:37 h. de la tarde, el mismo vestido desgarrado de color azul, unos nuevos zapatos de tacón y el latido de su corazón en un puño. Avanzaba rápidamente hacia ninguna parte, esperando algo inesperado. Volvía a salir la luz del Sol, después de un largo día de lluvia y una sonrisa entremezclaba su sabor amargo a licor, ahogando esas palabras que jamás pronunció. Corrían tiempos difusos, llenos de incertidumbre personal, retrocediendo hacia el ayer. La feria de invierno venía repleta de nuevos instrumentos para tocar, artilugios para descifrar el futuro,  secretos milenarios y trucos de magia. El reloj de su bolsillo había marcado las 15:37h. hacía más de media hora, tenía que darse prisa para llegar a tiempo. La actuación que había esperado durante un año entero, esperaba seguir sorprendiéndola.
Sus manos comenzaban a sudar a la misma vez que el tiempo no dejaba de correr. Faltaban algunos preparativos y el espectáculo tenía que dar comienzo. No tuvo una mayor ocurrencia que pedir ayuda a Hanna, su hipócrita esclava. Es más, no pensaba volver a contratarla, era demasiado joven y sus pechos aún eran pequeños y esmirriados, necesitaba una mujer espectante para desvirgarla sin pudor. A esas alturas, debería de haberse casado con Sophie, y comenzar por serle fiel. Sophie estaba realmente hermosa, retocando a los últimos extras para dar el pitido de salida. Hacía más de 4 años que intentó seducirla y aunque sabía a ciencia cierta que su destino estaba muy lejos del suyo, quería poseerla de igual manera aunque nunca llegase a amar a ninguna mujer.
-Damas y caballeros, ¡Que comience el espectáculo!

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